viernes, 25 de agosto de 2017

Tras un atentado

Ante un gran atentado le siguen unas dos semanas de minutos de silencio, vigilias, concentraciones, manifestaciones (incluidas las interculturales, interreligiosas, inter...), banderas a media asta, visitas de los políticos a los enfermos, legiones de psicólogos,  altares improvisados (flores, velas, peluches, dibujos de niños, cascos de bomberos, camisetas de sanitarios,...), misas, funerales (también inter…), libros de condolencias, música de chelo, entrevistas (a los que pasean, a los que vieron, oyeron o ni vieron ni oyeron, a los comerciantes, a los familiares de las víctimas y de los terroristas,...), manifiestos, tribunas de prensa, editoriales, bolardos, bloques de hormigón, programas monográficos en televisión, tertulias, expertos (en religiones, explosivos, seguridad,...), imágenes (de teléfonos móviles, cámaras de seguridad, medios de comunicación,...incluidas las macabras), tuit, retuit, diseños gráficos, vídeos, publicaciones en redes sociales, declaraciones institucionales y de los partidos políticos, más presencia policial, revisión del nivel de alerta (reforzada), reuniones de los comités de seguridad, coordinación policial, cooperación internacional, monolitos, monumentos, memoriales, murales con los mensajes, bosques de los ausentes,...  
Muchos lemas (casi todos se quedan sólo en eso, en simples lemas): ¡Unidad frente al terrorismo! ¡Juntos les venceremos! ¡No tenemos miedo! ¡No doblegarán nuestra democracia y el estado de derecho! ¡Todos somos... (Niza, París, Barcelona,...)!
Ya está, ya nos quedamos con la conciencia tranquila. ¡Hemos hecho lo que teníamos que hacer!


¿Apostamos a que no se adoptan medidas sociales, culturales y educativas eficaces a medio y largo plazo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario